Casa Kubo es una obra que pone en el centro la tectónica, priorizando la calidad espacial tanto en la distribución de plantas como en su expresión formal. La propuesta enfatiza la sensación de un monoespacio en el área social, donde cocina, comedor y sala convergen en un diseño continuo que remata sus vistas hacia un jardín interior y culmina en un jardín exterior. Esto integra elementos naturales exteriores e introduciendo un factor sorpresa al interior que enriquece la experiencia complementado con un sistema de vistas seriadas desde el acceso principal.
La plástica de la obra se construye a partir de un contraste potente un basamento de piedra negra que dialoga con la superposición monolítica de una caja blanca. Mediante una sustracción estratégica y el uso de celosías de madera, la pieza adquiere un carácter escultórico, marcando jerarquías visuales y espaciales que refuerzan el confort y protagonismo de la habitación principal.
Casa Kubo logra equilibrar opuestos, transmite inmovilidad y densidad en su composición, pero ofrece una experiencia espacial libre y fluida para quienes la habitan. Este juego de contrastes se convierte en el núcleo conceptual y estético de la obra.